Agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
1 Corintios 1:21.
Respondiendo Jesús, les dijo: Tened fe en Dios.
Marcos 11:22.
Dios dijo a Abraham: “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Dios” (Génesis 15:5- 6). Esta es la fe: Dios habla y yo creo lo que me dice. La palabra de Dios podía sorprender a Abraham, pero él creyó a Dios. Así es como debemos creer la Palabra de Dios.
Muchas cosas escapan a nuestra inteligencia limitada, mas creemos lo que Dios nos dice del pasado y del porvenir, de nuestra condición de pecadores que nos cierra el cielo, y del sacrificio de Cristo que nos lo abre.
Dios dijo a Abraham: “Vete de tu tierra y de tu parentela” (Génesis 12:1). Y Abraham “salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8). En esta circunstancia, la fe del patriarca va aún más lejos. No sólo cree lo que Dios dice, sino que confía enteramente en Él. La fe no se preocupa por los medios que Dios empleará. Las dificultades y aun la imposibilidad no la turban. Puede parecer imprudente o ridícula, pero ella confía en Dios y esto es lo que le da la fuerza.
Creer lo que Dios dice por medio de su Palabra es creer a Dios, y esto da la paz. Creer en Dios es tener confianza en Él en todas las situaciones, es lo que nos permite vivir con serenidad, avanzando hacia un porvenir conocido, el “que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
¿Cómo formar parte de “los que le aman” y esperan ese feliz porvenir? Acudiendo sin temor al Dios Salvador, reconociendo que “él nos amó primero” (1 Juan 4:19).